Voy a remontarme al origen de todo esto, para que me conozcas bien. Antes de practicar yoga, no cuidaba de mí. Iba en piloto automático. A pesar de que hacía lo que se supone que debía hacer como madre y como mujer, me miraba al espejo y no me aceptaba, las opiniones ajenas eran las únicas válidas, dudaba siempre de mí. No tenía autoestima, ni confianza en mí misma y de cada vez me exigía más. Y es que la propia sociedad empuja a que debemos ser super womans, cumplir con todo, que todo esté perfecto, pero no nos damos cuenta es que nos descuidamos.

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Pocos meses después, toqué fondo en la relación con el padre de mis hijas y tuve uno de los ataques de ansiedad más grandes que he tenido, no podía respirar y sentía que me ahogaba. En algún momento de nuestra relación, nos desconectamos uno de los otro y la dependencia emocional que él tenía hizo que conociera a otra mujer.